En este día del niño, recordemos esta preciosa canción que evoca tiempos idos a los adultos que la oyen. Dispongamos pues imaginación para acompañar con esta canción a través del túnel del tiempo para vivir una niñez en el campo.
Aunque con un trasfondo fatídico y triste, gracias a Dios, hoy se celebra el Día del Niño en el Paraguay y todo padre anhela que sea un día de fiesta para su retoño. Por ello se realizan diversas actividades lúdicas en los centros escolares y también en el entorno familiar con alguna que otra sorpresa y obsequio.
¿Por qué se ha escogido el 16 de agosto para celebrar el día del niño? Para responder a esta pregunta nos remontaremos en la historia hasta la atroz Guerra de la Triple Alianza, el 16 de agosto de 1869, en Acosta Ñu, 3.500 niños paraguayos enfrentaron a 20.000 hombres del ejército aliado. En memoria de aquel increíble suceso, donde tanta sangre inocente fue derramada, se recuerda el Día del Niño, honrando a tantos jóvenes mártires y exigiendo protección y respeto para todos los niños y niñas del Paraguay.
Los paraguayos eran 4.500 hombres y algunos cañones; contaban solo con un batallón de veteranos, el 6º de Infantería; el resto eran niños y ancianos. A los niños se los disfrazó con barbas postizas. La caballería era escasa. Todos estaban al mando del general Bernardino Caballero.
Recordemos también este poema hecho canción y que se entona en los colegios de Paraguay.
“Acosta Ñu”
Allá en mi tierra bordeando el monte
se extiende el campo de Acosta Ñu,
llano florido que en su silencio
recuerda aquella Guerra Guasu.
Cruzan sus valles viejas trincheras
llenas de gloria tradicional,
como el setenta se alzan las sombras
de aquellos bravos del Paraguay.
Yo quisiera cantarte tu heroico pasado
la gran epopeya de un pueblo viril;
pedacito de tierra color de esperanza,
reliquia de gloria y honor guaraní.
Jukyry va surcando tu valle dormido,
fue el mudo testigo de tu kurusu
y en cien luchas tenaces, su cruel resistencia
pusieron los héroes de tu Acosta Ñu.
Pechos de acero y corazones
escalonaron py’a guasu
y hasta los niños su sangre joven
dieron en aras de Acosta Ñu.
Niños, ancianos, todos cayeron
al juramento de “¡Antes, morir!”;
solo una cosa quedó en su puesto:
la raza heroica del guaraní.